martes, 7 de agosto de 2012

La Soledad





Hay una soledad; Un tipo de soledad que penetra en el tejido de tu piel.
Una soledad fría como el mármol y dulce como la fruta recién arrancada del árbol.
Hay una soledad que engaña hasta al más sabio con trucos astutos.
Hay una soledad absurda como el abismo de la muerte, que te esconde del mundo y te viste con sus pieles para cubrirte del incómodo de la vida.
Hay una soledad que corrompe la luz del día ensuciando con su hedor a rancio los pequeños átomos vírgenes que sumergen del cielo cada mañana.
Esta soledad te miente, te enmaraña en la vergüenza en la culpa y en la traición.
Esta soledad te mata lenta pero plácidamente hasta que estás tan moribundo que no sientes que respiras.
Hay una soledad cruel como las rocas en un mar bravo, y sutil como un hilo de seda al rozar el talón.
Esta soledad es crónica y absoluta en su empeño; Grácil y espléndida en su cometido.
Tenaz golpea una sola vez, golpe de sangre, golpe de muerte.
Dicen de esta soledad que tiene sabor a fuego, sabor a tierra, sabor a suelo, olor a roto.
Dicen de esta soledad que baila contigo el baile del tiempo, robándote años bajo su manto de luz de carbón. Dicen de esta soledad que rompe sin doler hasta que ya no sientes nada, solo sueño, y miedo.
Dicen que esta soledad te acompaña siempre hasta que atisba una brecha y se infiltra en tus huesos y te corroe la esperanza.
Esta soledad es cínica y peligrosa como una serpiente. Te pica para siempre, te miente con verdades, te seduce como un espejo en la penumbra. Colapsa el corazón y cierra las puertas del deseo. Esta soledad te ciega como el sol, te enmaraña como a un cabello roto entre dedos astutos.

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