martes, 22 de febrero de 2011

Como duerme el amor...

Hay días en que el sol no sale para mí, es el viento el que azota mi cara y el frio agrieta mi piel.

Hay días en que las lágrimas bajan solas, y cede mi alma cansada de tanto peso y la esperanza no es más que una palabra que me agota por saber que me falta.

En días como hoy, tus ojos son el recuerdo de que no te tengo, una pesadilla más añadida a las que ya existen en mí. Un sueño roto, como una vasija decorada con los mejores trazos de amor y color que no llega nunca a tener dueño, antes bien es arrojada y pisoteada por la desesperanza de que la vida es un lugar obscuro, pequeño y deforme, donde las almas crean callos al rozarse unas con otras por sobrevivir.

¿Te sobreviviré? ¿O caeré en mi propio olvido cuando intente recordar quien era y no consiga hallar una parte de mí con vida entre tanto desorden, entre tanto vestigio?

Otra vez hoy, no tengo respuestas, pero tampoco discordia, todo mi ser concuerda en una misma melodía triste, tan densa como la muerte tan dura como la vida.

Y me apago con los días como se apaga una flor, como se marchita una vela, como se duerme una estrella palpitando azul en el infinito del cielo cuando nadie la ve.
Y me duermo, no como duerme un niño, pero si como duermen las cosas que ya no se mueven, como duerme el deseo de un moribundo, como duermen las piedras, como duerme la justicia. Como duerme el amor.

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