Mendoza, Argentina 1978 Concentración de JCUM
Mi madre, tocaba la guitarra plácidamente en un rato libre cuando de pronto llegó un chico y le dijo:
-¡Qué bien tocas!
A lo que ella le contestó tajantemente:
-Y a ti qué te importa?!- dejando la guitarra en su sitio, se marchó.
Lo más interesante de todo esto, es que la guitarra era del chico que le había felicitado, casualmente, mi padre.
«Ese hombre va a ser tu marido» dijo una voz en su interior, enseguida ella rechazó esa idea.
Coincidieron en varias ocasiones entre cientos de personas.
Una vez, mi madre se cayó de lo alto de unas escaleras, alguien le ayudó a levantarse. Concretamente, mi padre
.
«Oh no, el chico de la guitarra» pensó para sus adentros y enseguida la misma voz interior que había escuchado unos días antes le dijo:
«Eh! Estoy hablando contigo. Este hombre será tu marido e irás a España.»
«Qué cosa más ridícula.» pensó.
Unos días después, en el vagón de un tren, algunos amigos que se encontraban en la concentración de JCUM, se preparaban para salir de evangelismo. Iban charlando sobre sus cosas cuando mi padre le dijo a una chica (no era mi madre)que iba con ellos:
-Te quieres casar conmigo?- Un tono burlón se adivinó en sus palabras un poco tarde, la chica reflejó una rápida sonrisa que enseguida cambió por una expresión de desilusión. Mi padre se sintió muy mal al ver que había metido la pata, y marchó a un vagón donde no había nadie, para poder pensar.

Mi padre estaba a solas en el vagón. Sentía un gran peso en el corazón y no entendía porqué. Entonces oró, y le preguntó a Dios porqué se sentía así.
«Porque, efectivamente, ha llegado la hora de que te cases. Escoge entre estas tres mujeres.»
Me imagino la reacción de mi padre, yo si fuese él, buscaría si había alguien más en el vagón por casualidad fumando algo sospechoso.
Pensó en las tres mujeres que sentía que Dios le había dicho.
Una de ellas era alemana. Alta. He aquí el problema, alta y grande. Mi padre apenas pasaba del metro sesenta y pensó que tendría algunos problemas para abrazarla, y la descartó.
La segunda era una chica colombiana, muy joven e inexperta. Era demasiado joven para dedicarse a las misiones. La descartó.
La tercera era una joven, brasileña, que tenía un claro llamado para misiones, era bajita, cantaba y tocaba la guitarra. Mi madre.
«Tengo que hablar con ella» pensó «Y decirle: "Dios me ha dicho que me tengo que casar contigo"...»
Continuará....
*Si te está gustando, compártelo :)